Recuerdo, como si fuera ayer, la primera vez que hablé a mi padre sobre inversión

Yo tenía 24 años, llevaba 2 años trabajando y tenía unos ahorros parados en…Bankia.

Sí, me pilló el rescate a Bankia con mis ahorros ahí metidos. Pero, eso te lo contaré otro día.

El caso es que estaba tomando un café con mi padre cuando le comenté que estaba leyendo sobre inversión, que quería invertir esos ahorros pero no sabía cómo ni dónde.

Te suena esta situación, ¿verdad? Como ves, nadie nace aprendido.

Mi padre nunca había invertido. Al menos yo no tenía conocimiento de ello.

Pero había trabajado en una caja de ahorros toda la vida y suponía que algo tenía que saber.

Años más tarde aprendí que la mayoría de empleados de banca, son los que menos saben de inversión. Son vendedores que sirven a los intereses del banco, no asesores al servicio de los clientes.

Sin embargo, ese día mi padre me dijo una frase que en ese momento no entendí.

«Compra oro. Es el verdadero dinero»

«Menuda tontería. Cómo va a ser dinero si con oro no puedo comprar nada», pensé yo.

Pero claro, no le iba a decir eso a mi padre. Así que le miré a los ojos, asentí con la cabeza y seguimos con nuestro café.

Yo continué aprendiendo sobre inversión. En todos los libros que llegaban a mis manos se hablaba principalmente de dos clases de activos: las acciones y los bonos.

Para mi, no había más.

Hasta que en 2015 descubrí la Cartera Permanente de Harry Browne.

Para mi sorpresa, esta cartera tenía un…¡25% de oro!

Harry Browne había vivido la hiperinflación de los 70 en Estados Unidos y recomendaba invertir en oro para proteger tu dinero de este impuesto invisible.

Sin embargo, desde el año 2000, la inflación había sido muy moderada y el oro había tenido una rentabilidad anual del 8,10%.

Muy por encima de la bolsa americana.

Recordé de nuevo la frase de mi padre:

«Compra oro. Es el verdadero dinero»

¿Por qué decía que era «dinero»?

Algo se me estaba escapando.

Así que, en lugar de estudiar el oro, me hice una pregunta aún más importante:

¿Qué es el dinero?

Alguna vez te has preguntado…

¿Por qué utilizamos dinero en nuestro día a día?

¿Cómo pasamos de esa aberración del trueque hasta el dinero?

¿Por qué hay cosas como el oro o Bitcoin que se consideran dinero…aunque no haya ningún gobierno emitiéndolos?

Si te has hecho estas preguntas y nadie te las ha sabido contestar, el correo de hoy te va a explotar la cabeza.

Algo no es dinero porque lo diga un político o un banquero central.

Cualquier bien puede ser dinero siempre y cuando cumpla, con más o menos éxito, alguna de estas tres funciones:

  1. Medio de intercambio: Podemos llevarlo con nosotros e intercambiarlo con facilidad.
  2. Refugio de valor: Su valor se mantiene estable con el paso del tiempo.
  3. Unidad de cuenta: Se puede definir el precio de cualquier bien o servicio en función de un número de unidades de este bien.

Para que un bien pueda cumplir estas funciones, debe tener unas propiedades determinadas.

Si las tiene todas, será un buen dinero y podrá cumplir todas estas funciones.

¿Qué propiedades debe tener un buen dinero?

Concretamente, seis propiedades:

  1. Divisible: Se puede dividir en piezas de diferentes tamaños y valor.
  2. Transportable: Debemos ser capaces de moverlo con facilidad.
  3. Durable: Su estado no se debe degradar con el paso del tiempo.
  4. Infalsificable / Verificable: Debe ser complicado de falsificar o sencillo de verificar.
  5. Fungible: El mismo objeto puede ser fácilmente reemplazado por otro del mismo valor.
  6. Escasez: No debe ser sencillo generar más unidades de ese bien.

A lo largo de la historia diferentes bienes han cumplido el rol de dinero: la sal, las conchas, el ganado…

Pero no todas ellas tenían estas seis propiedades.

Por lo tanto, no podían cumplir las tres funciones del dinero

Por ejemplo, en las sociedades donde las personas nacían, crecían y morían en el mismo lugar, el ganado se podía transportar y servía como medio de intercambio. Sin embargo, como las vacas no viven eternamente, no era un buen refugio de valor.

Ahora, piensa en el oro.

El oro tiene todas y cada una de estas propiedades.

Por eso, durante una larga parte de nuestra historia fue el dinero por excelencia.

Hasta que los políticos fueron, poco a poco, sacándolo del sistema en su propio beneficio.

Hasta llegar a la actualidad donde el dinero es una simple muestra de confianza en el Estado que lo emite.

De ahí su nombre: dinero fiduciario (del latín, fiducia que significa «confianza»).

Lo peor es que este dinero lo utilizamos por obligación, no porque sea el mejor dinero.

Piensa en su función como refugio de valor.

Es PENOSA.

Su continua pérdida de valor nos obliga a invertir en activos que nos protejan de un empobrecimiento continuo e invisible.

Una pérdida de valor que beneficia a los mayores deudores que existen, los Estados.

Una pérdida de valor que perjudica a los ahorradores con menos recursos, los ciudadanos.

Si quieres aprender a proteger tu dinero de este robo llamado inflación, tienes mi libro «Invertir en oro desde cero».

Directo al grano.

Con él aprenderás todas las formas que existen de invertir en este metal precioso. Metal precioso que es y sigue siendo una de las mejores formas de dinero de la historia.

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